La última parte de «La Inmaculada concepción» obra surrealista donde las haya, escrita por André Breton y Paul Eluard titulada EL JUICIO ORIGINAL son una serie de aforismo alternativamente escritos por uno u otro si n pretender compàrarme Con Alexandra Pizarnik, aquí va mi humilde perversión (los textos de Eluard entre paréntesis). Por cierto el juicio original, juego de palabras entre el pecado original y el juicio final, no deja de ser el otro nombre de LA IMAGINACION
EL JUICIO ORIGINAL
1.930
(Paul Eluard) y André Breton
No leas. Contempla las formas blancas que dibujan las pausas que separan las palabras entre las líneas de los libros e inspírate en ellas.
Da tu mano a conservar a los demás.
No te duermas sobre las murallas.
(Recupera el caparazón que olvidaste con el uso de razón.
Pon el orden en su sitio, arranca las piedras del camino.)
Sangras porque eres un hombre, borra la última palabra de la pizarra.
Crea tus ojos cerrándolos.
(Otorga a los sueños que olvidaste el valor de lo que no conoces).
Conocí tres encargados de la luz, cinco guardabarreras femeninos y uno masculino. ¿Y tú?.
(No provoco las palabras que clamas.
Vive en los hogares abandonados. Solo tú los habitaste.
Haz un lecho de caricias con tus caricias.)
Si llaman a tu puerta, escribe tus últimas voluntades con la llave.
Roba el sentido al sonido, incluso los hábitos blancos tienen sordos tambores.
Canta a los piadosísimos monstruos. Invoca a todas la mujeres en pie sobre el caballo de Troya.
(No bebas agua.)
Igual que en la l y en la m, en medio hallarás el ala y la serpiente.
(Habla según la locura que te arrebató.
Vístete con colores vistosos, no es lo normal.)
Lo que encuentras sólo te pertenece cuando tu mano está tendida.
Miente mordiendo el armiño de tus jueces.
Eres el podador de tu vida.
Cuélgate, valiente Crillon, te descolgarán con su eso depende.
(Junta las piernas adúlteras.
Permite al alba avivar la herrumbre de tus sueños.
Sabio esperar, con los pies por delante. Así saldrás pronto, bien tapado.
(Ilumina las perspectivas del cansancio.)
Vende de qué comer, compra de qué morir de hambre.
Dales el susto de confundir el tendré con el fuí.
Sé el solador de la piedra empotrada en el nuevo pavimento.
A quien pida ver dentro de tu mano, muéstrale los planetas sin descubrir en el cielo.
(En el día previsto, calcularás las encantadoras dimensiones del insecto hoja.
Para descubrir la desnudez de la que amas, mira sus manos. Su rostro está avergonzado.
Separa el yeso del carbón, las amapolas de la sangre.)
Dame el gusto de entrar y salir de puntillas.
Punto y coma : hasta en la puntuación veo cuán estúpidos son.
Acuéstate, levántate y acuéstate ya.
Hasta nueva orden, hasta la nueva orden monástica, o sea hasta que las jovencitas más bellas lleven el escote en cruz : con los dos brazos descubriendo sus pechos y al pie de la cruz desnudo el pubis, levemente incandescente.
(Abstente de todo lo que tiene la cabeza sobre los hombros.
Adecua tu ritmo al de las tormentas.
Nunca mato un pájaro nocturno.)
Observa la flor de la campanilla : no deja oir.
No se ve el centro de la diana, cuando deberías atravesarte el corazón con la flecha.
Haz milagros para rechazarlos.
Ten la edad de ese viejo cuervo que dice : Veinte años.
(Ten cuidado de los carreteros educados.
Dibuja sobre el polvo los generosos juegos de tu hastío.
No elijas la hora de volver a empezar.)
Mantén que tu cabeza, al revés que las castañas de la India, no pesa nada porque aún no se ha caído.
Dora la píldora que sería negra sin la pavesa del yunque.
Hazte sin parpadear una posible idea de las golondrinas.
Escribe lo imperecedero sobre la arena.
(Corrige a tus padres.
Conserva en ti sólo lo que hiera al sentido común.
Imagínate que esta mujer se sostiene con tres palabras y que esta colina es un abismo.)
Lacra las cartas de amor sincero que escribes con una hostia profanada.
No falte declarar al regresar : muy halagado pero creo haberos encontrado ya en algún sitio.
Las mariposas de fuera solo buscan reunirse con las de dentro : no cambies en ti, aunque llegue a estar roto, ni un solo cristal del reverbero.
Abomina de lo puro, la pureza es inherente a ti.
(Contempla la luz en las gafas de los ciegos.)
¿Quieres tener a la vez el más pequeño e inquietante libro del mundo? Haz coleccionar los sellos de tus cartas de amor y solloza, hay porqué a pesar de todo.
(Nunca te esperes.
Mira bien estas dos casas : en la una has muerto y en la otra estás muerto.)
Piensa en mí que te hablo, ponte en mi lugar para responder.
(Temes pasar demasiado cerca de los tapices cundo estás sólo y te oyes llamar.)
Te retuerces el cuerpo con tus propias manos mas allá de los otros cuerpos : acepta con valentía este principio profiláctico.
Come sólo pájaros con hojas : el animal árbol puede soportar el otoño.
Tu libertad que me hace reir hasta llorar es tu libertad.
(Haz disipar la niebla ante sí misma.
Considerando que la naturaleza mortal de las cosas no te confiere un poder excepcional de permanencia, cuélgate de la raíz.
Deja a la estúpida almohada el encargo de despertarte.)
Tala los árboles si quieres, rompe también las piedras pero defiéndete, defiéndete de la lívida luz de lo conveniente.
(Si te miras por un ojo, cierra el otro.)
No destruyáis los rayos ruborizados por el sol.
Coges la tercera calle a la derecha, luego la primera a la izquierda, llegas a una plaza, das la vuelta cerca del café que conoces, coges la primera calle a la izquierda, luego la tercera calle a la derecha, arrojas tu estatua por los suelos y te quedas ahí.
(Sin saber lo que harás con él, recoge el abanico que esa señora ha dejado caer.
Llama a la puerta, grita : Entrad, y no entra.
No tienes nada que hacer antes de morir.)
Traducción : M. Puertas