Tristan Tzara conocido por sus escritos teóricos sobre arte y poesía, por sus manifiestos, por sus obras de teatro, por su afan coleccionista que contribuyó a la recuperación del arte negro y de oceanía, por sus intervenciones radiofónicas y tambien por sus abundantes colaboraciones en revistas ; en una de ellas «Les Feuilles Libres» publicó entre Marzo y Junio de 1934 quince capítulos que nunca han vuelto a ser publicados y e que en sus obras completas aparecen como novedad universal con el título de HAGAN JUEGO y el subtítulo de novela.
A continuación el primero de ellos, una auténtica primicia para la literatura en castellano.
CORAZÓN DENTRO DEL CORAZÓN
I. Una muchacha de 15 años habla del amor.
Iba dándome un paseo en París por una de esas viejas calles empujadas por las tormentas, amables por las miradas y las caricias de los transeúntes, en las que muchas vueltas quedaron fuera de combate, para siempre y sin árbitro, ya por golpes insistentes de una nube eléctrica, ya por este curioso deseo de renovación que agita la fantasía de los inquilinos. No hacía frío porque el cielo estaba cubierto. Los ruidos eran más agudos, más vivos de lo normal. Una lluvia invisible y eterna parece dominar estas calles, porque las aceras están siempre húmedas. Con frecuencia estoy bastante enfadado, por el cuidado que pongo, al andar, en no hacer gestos inútiles o que salen de formas cotidianas. Por estas estrechas calles me siento observado por todo el mundo. Me imagino que detrás de cada ventana hay gente observando. Hay huecos, a los que sería difícil, incluso situándose en la época en que la casa fue construida, encontrar un uso práctico, una aplicación doméstica. Al igual que los rincones, los ángulos y las esquinas, constituyen los signos poéticos de esta arquitectura. Los hombre de la época seguramente los imaginaron para torturar los cerebros turbados de los transeúntes. Figurémonos un vecino mirando durante varias horas un hueco oscuro. El terror que supone equivale muy bien a todas las historias de fantasmas y diablos hostiles. No creo que se pueda llevarme la contraria ; las nubes, el frío, la humedad solo podían ser en este día de hoy un débil aviso del cielo a mi espíritu critico. Por otra parte mis amigos me han elogiado con tanta frecuencia este espíritu, que no experimento ninguna pena en creer por completo en ello.
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Como disimulo de mis paradas, de vez en cuando, ponía cara de mirar los escaparates de las tiendas sin interés. En el rincón de una calle, una anciana de unos sesenta años hablaba con una muchachita de quince. Me detuve ante el puesto de un anticuario, en la esquina de la calle, lo que que permitió escuchar la conversación.
“ Desde la muerte de mi hermana mayos, Señora …
– Ah si, lo comprendo el frio facilita la tristeza …
Y mamá siempre me riñe y me dice que murió por amor. En nuestra casa hace frío. Mamá dice que no hay que querer a nadie.
-Pues sí, mi pequeña, a tu edad, no hace falta amar. Y hay que cuidar a tu madre si tiene problemas de hígado.
-Señora Adela, si la primavera llega aún una vez este año, yo también podría amar.
-Mi pequeña, la primavera llegará el próximo año, ya tendrás dieciséis, entonces habrá que preguntar a tu madre si puedes amar. Mi marido, cuando hablábamos de nuestros quince años, porque teníamos la misma edad, se burlaba de la juventud de mi experiencia.. Es cierto que nos pusimos dos años para comprenderla. Lo que es difícil no es amarse, sino saber que nos amamos.
-¿Y usted lo ha entendido?
– Evidentemente, puesto que tengo tres hijos, dos chicos y una chica.
-Pero, Señora Adela, ¿Que tiene tan difícil de comprender el amor? Nos amamos, nos besamos, el matrimonio no tiene nada que ver con el amor. Yo no estoy casada, pero he besado a Juan que es empleado en una librería. Él dice que es muy bonito besarse, es como si se comiesen cerezas en invierno. Yo también lo he intentado, pero siempre me ha parecido que las cerezas deben estar saladas en invierno.
-El amor es otra cosa. Yo soy vieja, ya lo he olvidado. Estoy segura de que es algo desagradable.
-Es una gran lástima, Señora Adela.
– Es como es. Te casarás, a su tiempo.
-Estoy en la edad. Mis quince años no son los vuestros. Será necesario saber qué es el amor antes de casarse. En la escuela, mis compañeros decían que el matrimonio es acostarse junto a tu marido. Esto es para los críos. Pero no tiene nada que ver con el amor.”
La Señora Adela enrojeció de cólera y se marchó, La muchacha quedó unos instantes pensativa, esbozó una sonrisa desdeñosa, tras haber comprendido lo que se pasó por su cabecita dulce como un colibrí, y dijo en voz baja : “vieja puta”.
Yo corrí hacia la Señora Adela. Ella caminaba muy despacio y mascullaba ruidos ininteligibles. Pasé delante de ella para oírla mejor, decía también en voz baja : “vieja puta”.
Así son, a diferentes edades, los malentendidos de las mujeres sobre una cuestión que les atañe de cerca.