In Memoriam de todos los fallecidos en el Mare Nostrum (de todos).
Aun siendo escasas las consultas a este blog, a pesar del editorial desprecio, contra la ignorancia de la obra Tzarista, en virtud de mi obstinación, día a día sigo con mi pasión traductora y mi dedicación total a la obra de Tristan.
El poema de hoy recién salido del obrador, pertenece a la primera parte de «El Sr. Aa antifilósofo» , de la obra en la que ahora estoy inmerso «El Anticabeza», es el número XII.
BARCAS AL AMANECER
Nos sumergimos en el circo relleno de ruedas dentadas y dónde solo existen ruedas dentadas, como el olor a yodo debajo de la epidermis de las tapicerías de taberna. Si el circo es pequeño y ácido despertador (recoger las cavatinas excedidas) y la carpa es transparente (mi tía se acuclilla en el trapecio), el salto vital se denomina Pensamiento.
Cada rueda presume de sus rasgos faciales, su expansión giratoria, la regularidad o la coquetería lúcidas cantan la forma en que sorprenden a la velocidad, etc. Los deseos de las ruedas, las especialidades de los centros, desgarran el cerebro y rompen sistemáticamente los espejos, penetran en los pasillos y provocan en la mayoría de las ocasiones y en la sangre mal carácter, el constipado del que conocemos consecuencias desagradables.
Los colegiales evitan las enfermedades de este tipo (elegía, oda) que proceden de la dilatación de alguna rueda que me ruboriza citar aquí.
Es necesario no solamente que la máquina funcione correctamente, sino sobre todo que los finales de las palabras se unan unos a otros en los pasajes desapercibidos y que la aclimatación de las horas llegue a ser, en los frágiles oídos, enfermedad de altura gramatical, mazurka de colibrís en pilas eléctricas, prepara la mezcla permanente y regresará el mastodonte a vuestro mundo con los aullidos aromáticos de zorros intangibles.