De la trilogía de libros escritos por Tzara durante la Resistencia (Mientras Tanto, Señal de Vida y Tierra sobre Tierra) hoy he empezado a traducir el segundo que comienza por el poema «Trigo» (su lectura del principio requiere desplazar el cursor) Se publicó en 1946 con sesis dibujos y una litografía de Henry Matisse. Y el cuarto poema «Para Antonio Machado», que los disfruten.
TRIGO
párpados sellados en el blanco desmayo de las paredes
es como si un poco perdido en el bosque la vida demasiado grande
daba miedo y se apartaba de ti
todo es familiar y los ruidos te invitan pero van demasiado lejos
y alcanzarlos te parece tan difícil como hacerse comprender
luego aquí está el sol en la pesada existencia con el que podía
contarse como en los huesos y la carne sin preguntarse
se va también resbalando por una pendiente de miedo gravemente
preocupante por las amenazas que conlleva
y los árboles que crecen en su muerte habitual que acompaña como cada cual sabe madera resinosa y aliento vertiginoso sin eco de las hojas secas entonces estás aquí ante a una puerta y no sabes ni entrar ni salir al haber dejado fuera del mundo habitable y acogedor el sentido de las revelaciones el dulce calor del tiempo en uno mismo y ya nada te pertenece y por la misma razón que buscas en el bosque al correr te buscas a tí mismo ante la unánime justicia volteada por unas brisas apenas sensibles que sin embargo os golpean os arrojan y os cierran la salida como una quemadura el pesado cuerpo que se derrumba sin nombre impalpable es el del bosque por la noche y sin pies ni cabeza crujen unas ramas con destellos de recital nazareno enclavado en una alegría duradera de flauta no hay ya asombro y si canta en verso el reverso de la vida y otra vez sobre la historia y recoge en cada ruido terrestre lo que conserva de secreto marino y el dolor en el centro y la rosa de los pescados como el viento por todos los lados de Islandia por un largo demasiado largo recuerdo que conocemos de memoria y que será necesario rechazar para finalmente poder vivir como la corteza de la vida no llega sin muerte y solo existe la grandeza basada en la raíz y que la luz y el relámpago no no pueden eliminarse ni siquiera en el número de veintitrés que es el de la blancura cimentada en el corazón de un muro en el que anidan los años como palomas y unos oídos que hubieren percibido los crujidos de los panes que pudrirán nuestros amplios dolores cantantes transparentes puros pero como el chorro de la felicidad
presencia de ojos me gusta deshojar las preguntas delante de la vida
de tus sonrisas
y una a una coronar la gloria en proporción a su luminosidad
ellas miden la luz y guían el pensamiento de los pasos del hombre
acaso es necesaria
siembran la certeza que vive de los placeres y del tiempo de la tierra
hablo otra vez hablo del tiempo de la tierra
y no dejaré de hablar de él mientras no exista ahí de nuevo
entre nosotros cerca de nosotros levanta la cabeza pesada cabeza
levanta el cielo de tu rostro los brazos nutrientes de los árboles en la
viva luz
los lobos devastaron la ciudad
y de la misma sustancia de la usura y la luz
surgen ya en los escotes de los días de las semanas las formas altas y
nerviosas para quebrar la tranquila amistad
y a su alrededor mis hermanas se abrazan las campanillas tanto las
últimas como las nuevas
a ti bosque oscuro te agradezco la nueva noche
por haber plantado en mí para siempre con la sal de la muerte esta
hospitalaria ceniza
que endereza el viento y alinea el camino y ahoga el pasado alrededor
del cuello de su débil y maldita juventud
y me abre su día
al final solo con el dolor y la plenitud de mí mismo puedo gritar si
quiero
te saludo bosque oscuro y a ti nueva noche en la desnudez de tu
augurio de felicidad
PARA ANTONIO MACHADO
vela de los mares en la frente de las fuentes
en la palma de tu presencia en Colliure
he acariciado la eternidad he creido en ella
y en el silencio vivo de la viña
he enterrado el recuerdo y la amargura
humareda otoñal negra gravilla
minuto tras minuto depositó su ladrillo
rodeando la casa del solitario
el viento afila el cuchillo en la montaña
ya el invierno le ofrece su pecho
qué importa al corazón de la melancolía
lleva una vida rápida de lagarto
qué importa bajo la sal de la luz
que una sonrisa como un látigo venga a iluminar los dientes
en las mismas comisuras de la vida en calma
toda la tierra entre las tierras de Castilla
reposa en tu suelo a los grandes secretos amistosos
y desde el olivo tardío hasta el mar siempre joven
se mezcla la voz de la tierra con el orgullo nunca derrotado de Castilla
ni por la muerte ni por la poderosa sangre de la brizna de hierba en primavera