En el ochenta aniversario de la muerte de D. Antonio, ofrezco in memoriam, este emocionado texto de Tzara sobre él. Inédito en España y Francia lo recoge Henri Behar en las Obras Completas de Tristan de Ediciones Flammarion , parece destinado a algún periódico de la fecha, pero Behar no encontró rastro de su publicación. Fue motivado por la celebración en Collioure seis años después de la muerte de Machado el 22 de Febrero de 1945 con un discurso de Jean Cassou éste sí publicado en la revista Laberinto.
ANTONIO MACHADO
En esta lengua española de acentos a la vez duros y tiernos, Antonio Machado compuso poemas que suenan como la tierra de Castilla que le vio crecer y vivir. Es una tierra oscura erizada de bloques pétreos que revelan su soledad, una tierra áspera pero apasionada y ardiente, tierra que acogió y engrandeció a uno de los mayores poetas de España, el silencioso y misterioso Antonio Machado.
Encerrado en sí mismo, como el aspecto de esta tierra cuyo esplendor es totalmente interior, Machado que en su vida cotidiana era tímido y ajeno, bueno y distante, serio sobre todo, serio como la vida que es difícil a pesar de la ligereza que rige la juventud y la primavera, Machado, digo, destilaba el líquido puro de una poesía emocionada, frágil y potente, por el humilde y humano sentimiento que desmentía su aparente fragilidad.
Machado nació en Sevilla en 1875, fue amigo de otro gran poeta Ruben Darío. Fue profesor de francés en Soria donde se casó y muy pronto perdió a su compañera. Esta desgracia que le afectó aún joven, marcó su vida con esa tristeza mezcla de dulzura, de esa árida seriedad pero sencilla y fraternal como reflejo del rudo paisaje castellano, en aspectos inmutables, desde cualquier eternidad y hasta el fin de toda la eternidad. Allí compuso Campos de Castilla ese libro clásico que forma parte en lo sucesivo del patrimonio literario español.
Machado, con Juan Ramón Jimenez fueron los grandes poetas de la España moderna. En Nuevas Canciones, su poesía se purifica aun más y se acerca mediante ese despojamiento a la poesía popular. Es señal de una gran cultura, cuando la poesía culta y la poesía popular se unen y armonizan. Que la poesía de los poetas sea adoptada por el pueblo que la canta o que la poesía popular inspire al poeta por su lucidez breve y su frescura, es la demostración de una innegable comunión donde el alma de un pueblo no es una palabra vacua y donde la expresión original de la poesía se manifiesta viva y creadora de valor.
Antonio Machado se encontraba en Madrid cuando estalló la guerra civil. Rechazó abandonar la capital; quería permanecer entre los defensores de la República. Una orden formal de su gobierno le obligó a dejar Madrid. En 1937 bajo el sol y los bombardeos, me encontré con Machado en Valencia, percibí en el al gran poeta, uno de esos que solo honran con su presencia nuestro suelo, en raras y privilegiadas épocas. Su figura nadaba en la bondad, y su mirada escrutadora no carente de una infantil malicia. Era un hombre fraternal, y la poesía era su mundo de cada día. Cuando llego el desastre, Machado quedó atrapado en nuestro inhóspito suelo. Sus camaradas, los luchadores por la libertad, fueron encerrados en campos, tratados como malhechores. Ellos que solo pretendieron liberar su patria del fascismo invasor. Unos fieles amigos instalaron a Machado en Collioure, murió en el exilio el 22 de Febrero de 1939. Murió de dolor, de ausencia, de alejamiento. Murió por el dolor de su pueblo. Algunos escritores españoles y franceses nos reunimos este año en en torno a la tumba del poeta.
Es la ignominia de nuestra época, el espectáculo de dos grandes poetas de España, Machado y García Lorca muertos por un régimen de crímenes y lutos.
Que el mismo tipo de régimen entre nosotros en Francia haya tenido como víctimas a puros poetas Saint-Pol-Roux y Max Jacob, no es producto del azar, sino rigurosa lógica. Porque reside en la naturaleza del crimen, naturaleza vergonzante, atacar a los más puros, a los más generosos valores humanos, a la misma inocencia humana, a la poesía.