TRISTAN TZARA CEREALES Y SALVADO (2 ª ENTREGA) –

 

Aguafuerte de Salvador Dalí

Aunque fue Breton el surrealista todopoderoso, autor de sus manifiestos y máximo dictador del movimiento, fueron muchos otros los que pertenecieron más o menos tiempo a él e innumerables son las obras escritas con esta etiqueta.

Tzara no fue menos y en 1935 publicó este texto fundamental, con aguafuete de Dali, aunando teoría y verso. En su día ya publiqué en este blog dos fragmentos, hoy toca el principio, seguiremos editándolo en fragmentos, dada su extensión.

 

un paso adelante/ los labios de la lluvia/un paso adelante esto es una nana para niños de piel herméticamente tapados/ una calle de menos/

un paso atrás/ el dolor de lo próximo/ un paso atrás/ decir lo que pasa por la cabeza con tal que no sea en vano

decir no importa qué/ sin desplegar los labios/ ya hubo labios lluviosos/ y permanecimos allí/ esto será para siempre lo verá bien quien vea el final/ con tal que nadie comprenda/ el viento los aguanta/ antes después/ no importa cómo

todos los detalles, cuyo número exacto y naturaleza algún día conoceremos, gracias al registro mecánico de las hojas caídas a tierra que el otoño amontona sobre el cálido seno de la tierra, aquellas que están desparejadas antes de caer en la tumba, mientras
que las mujeres diseminadas por el parque se denudarán, arrojarán sus vestidos a un profundo pozo y buscarán protección en los árboles que ellas transformarán mediante suertes en domicilio hasta el momento en que las nuevas hojas vengan a tomar posesión de las ramas hábilmente equivocadas por estas provisionales e inéditas presencias. La primavera se verá anunciada por fuegos, juegos y maderos. Las mujeres bajarán de los árboles y se juntarán en las entradas de los parques. Bajo el mando de los panaderos vestidos de pasteleros, cruzarán las calles, mezclándose cada vez más con la población boquiabierta y acogedora y perdiéndose allí por completo, tanto en señal de alegría como como de reconocimiento. Así, a medida que desaparecerán totalmente de la circulación, literalmente atrapadas por una juventud ávida de sensaciones rápidas, la primavera traerá muchas otras alegrías. A cada cual le será dado el poder de realizar mediante una vida monótona las absurdas posibilidades que nos hacen presentir las ganas de reír con seguridad. La ausencia de palabras podrá por sí misma llevar ya a curiosas transformaciones en la naturaleza de los sentidos;- las relaciones entre lo expresado y lo expresable engendrarán, en lugar de los deseos netamente perseguidos según una línea más o menos recta derivada de nuestros conocimientos actuales, una manía de acción, en parte sorprendente y en parte recordando un utilitarismo singularmente despojado de convicción y de motivo, una acción que, a causa de la facultad de sumisión o más bien de la facilidad de experimentar desde entonces desarrollada en el conjunto de la población, no tendrá ya el carácter agresivo de un éxito planeado ni la pasividad de un deber cumplido o de una energía por desperdiciar- será entonces francamente egocéntrica aunque incorporada en la vida social por la supresión de barreras tanto como en la recepción que enunció de cualquier proposición. Las mujeres cantarán, en las condiciones ya descritas, algunas frases de sentidos privados del aparato racional, para ejercer un constante acercamiento, para establecer un punto de referencia constatando las distancias recorridas, una escala de valores firme y riugurosa y también para mantener la vida en un nivel que no amenace con desestabilizar definitivamente ni eternizar estériles consideraciones en un recipiente con las sonrisas demasiado fáciles, certificables. Desaparecerán poco a poco : la duda de lo que un individuo piensa, no pudiendo, no sabiendo o no queriendo, por diversas razones, decirlo, y con ello, la posibilidad del “decir”; la costumbre de pensar con palabras, porque en la mayor parte de los casos, solo el hablar sonoro o contenido en la boca engendra el pensar, el poder motriz del la idea cuyo avance, por la prueba de lo que queda atrás, consigue su resultado con la rubrica del tiempo; el fin por alcanzar que, por contagio de aquel propuesto por la idea se propaga sobre el camino de una actividad según la noción enmohecida de la vida en general y, finalmente la noción de la duración continua, porque la naturaleza estática de la idea podrá retener al individuo en el estanque cenagoso donde estarán ausentes el bien y el mal, la belleza y lo horrendo, la vida y la muerte. La sucesión de hechos no tendrá ya el aspecto embrutecedor que aporta a la imaginación los testículos paternales y la ternura impregnará los acontecimientos colectivos por los que se exteriorizarán los fenómenos espaciales. Podemos fácilmente figurarnos la nueva naturaleza de esos tiempos si admitimos que en todas
las esferas de los relojes continuaremos dando cuerda y arrancaremos las saetas de sus mismas raíces. Esperando los desbordamientos de una tendencia sobre la otra, comeremos en amplios establecimientos ya platos que los dispositivos olfativos y visuales habrán enunciado a la medida de los sentidos despertados, ya lo que el agrado o la fantasía de los camareros acróbatas, péndulos animados,dejará durante los saltos peligrosos; en cada barra estará colgada la presentación de una de las especialidades que el azar haya provisto, del día, dispuesta la población para recibir las más extravagantes innovaciones.

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